jueves, 22 de enero de 2015

Instalación verbal y visual para "El azul sobrante" (José Jiménez Lozano)


El azul sobrante (José Jiménez Lozano, 2009) 

El único inconveniente que tiene esta pintura es que dura miles y miles de años. O, más bien, no se quita nunca, porque es una pintura de antes de la vida y de después de la muerte. 

Termino la lectura de los cuentos de Don José con la viva impresión de haber encontrado el azul primero y último, ese  fondo en continuo movimiento para la humanidad pasada, presente y futura. Son historias tan reales que me dejan perpleja,  despiertan el azul profundo de la conciencia y estimulan las ganas de saber más...







“..a ella la sobraba casa, como la había sobrado siempre” así es un corazón tierno, que se duele y tiembla ante el dolor ajeno, le sobra casi todo




 











“La paulita que volvía del obrador con el servicio del chocolate en una bandeja se quedó como petrificada…” Con la confianza no se juega



  





“Y su hija se rio, pero la aseguró que ya la explicaría ella las cosas…” tan mansa la sabiduría como impertinente la vanidad





“Pero él no reposaba, de todas maneras, “y un día se decidió ir al médico, porque le dolían los riñones…”
La conciencia se abre paso como la madeja oculta que encontramos tirando del hilo suelto o el que soltamos para que otros tengan piedad y tiren de él cuando falta valor









“Ya estuvimos de acuerdo desde el principio en que todas hemos pensado en lo mismo. En lo que variamos es en las fantasías y los métodos.”
Memoria acomodadora y lengua enredadora






“Las paredes de ese su despacho estaban cubiertas con estanterías, y cinco o seis vasares de ellas estaban ocupados con las obras de Baruch de Spinoza y estudios sobre ellas”
Vanalidad del mal?, no sé.  Con apaños para el terror y  la negrura del propio corazón





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“Pero él no abría la boca. Y al final de sus años ya nadie se reía de él, sino todo lo contrario, y la gente decía que por qué una muchacha desnuda o vestida no podía parecerse a un ángel”

Goya. Ermita de San Antonio de la Florida (Madrid)






Inmaculada Cuesta. Segovia, enero de 2015