jueves, 6 de octubre de 2011

Descanso







DESCANSO

Un septiembre delicioso, de cielo y campo, de luz y calor. En la sierra de Madrid. Qué fácil  es encontrar un rincón para el  silencio interior cuando se pueden aparcar los trabajos,  las preocupaciones y los ruidos que sobran… Echo todo al fondo, detrás de una puerta cerrada a la espera del descanso reparador, que me ventile la cabeza y la mirada, que vuelva a colocar las cosas en su sitio y en el tamaño que les corresponde.

Sé que las cosas van bien cuando se me pone el ojo fotográfico y me entusiasmo encuadrando y enfocando pequeños detalles que no he salido a buscar; los encuentro a cualquier hora, en un instante como muchos otros en los que he pasado de largo sin ver ni oír. Son descubrimientos que tienen chispitas de alegría,  un pequeño remanso de presente sereno que lo envuelve todo como si fuese para SIEMPRE.

Descubrir y contemplar la Naturaleza en su inmensidad o pequeñez es algo más que una distracción efímera, es un sorbo de belleza que limpia por dentro y aquieta la rueda que mueve el hilo de los pensamientos.

Así de sencillo: un día borrascoso que permite ver el reflejo del sol entre las nubes y la sombra del fresno sobre un fondo azul piscina. En un instante de agua fría y quieta, una hoja acaba de caer diciendo “fin”. Qué suerte llegar al charco a la hora en punto del reflejo azul, amarillo y verde brillantes, un rato después es gris, sucio y feo, parecido a la tierra y el polvo seco y sin gracia que veo detrás de la rosa borrosa.

Te dejo las imágenes, si quieres, sigue tú.